domingo, 13 de febrero de 2011

CRÓNICA DEL INFIERNO

Y el infierno se hizo eterno en el lugar de Navalsaz...

Así podríamos empezar nuetra crónica de este domingo, o quizás, ... y los alicaones destrozaron a sus presas...

Pero para no liarnos, empezaremos por el principio, como debe ser, y adelantamos la crónica unas horas por la necesidad que algunos tienen de verse retratados en ella cuánto antes y porque algún hacendado del equipo se desplaza mañana a la playa, y así puede irse con la lección aprendida.

Amanecimos con muy buen tiempo, poco aire y temperatura agradable. En La Seta y con inusual puntualidad nos concentramos ¡16 corredores! Entre ellos, ausencia total del TGC quienes mantienen así su promedio de asistencia y sufrimiento.

De entrada la ruta era ya dura y exigente, dureza que se acrecentó cuando la expedición decide explorar un nuevo puerto, del que luego hablaremos.

Salimos hacia Fitero-Baños-Sanda a ritmo llevadero. Sorprende últimamente, y coincide sospechosamente en el tiempo con la publicación de estas crónicas, como la gente "se guarda" descaradamente en el grupo y nadie decide tomar el mando de forma clara. La presión psicológica es acuciante, los nervios están a flor de piel, muchos se sienten mentalmente bloqueados porque aquí se retrata todo el mundo. Ante esta situación mucho culo inquieto, quítate que paso pero no paso, oye que ese de atrás no da relevos...

Pero fruto de este nerviosismo en la primera parte de la subida a Grávalos el ritmo era ya bastante exigente, el grupo empieza a perder sus primeras unidades, pérdida que se agrava considerablemente en la segunda parte del puerto a donde llegan El Caimán, Pirolin Escalador, El Tiburón de Las Casas, El Sherpa del Cidacos (Nuevo bautizo de nuestro querido Samuel), Juvenil Luismi, Chano el Castigador y el Letrado de La Camerta. Después, un rosario de hombres entre los que no apareció en el horizonte el Lince del Asfalto, quien practicó su estrategia del "atajeo" antes de lo previsto. Iban llegando Chorreison S.A., Constancia Lozano, Liñán el Precauciones, Gladiador Pirulo, Cónan, el Titán de Las Cumbres...

Reagrupamiento con confusión incluída por la ausencia ya definitiva de algunos hombres como el Tres Tres o el Lince del Asfalto, que vieron que no era su día.

Hasta el cruce de Villarroya en grupo más o menos avenido hasta que un ataque de Constancia Lozano casi al final de la cuesta movió al personal y la fruta madura volvió a caerse. Aqui, Liñan el Precauciones y Gladiador Pirulo decidieron imitar el atajeo del Lince. Se cayeron del grupo.

La bajada de Turruncún fue verdaderamente meteórica, a tumba abierta, los bikers nos hicieron rodar de lo lindo, especialmente Conan, una trituradora humana en este terreno, un hombre del Columbia, un portento físico que nos puso en fila a 70 Km/h. En las curvas, el sufrimiento de los habituales y algunos cortes provocados por el miedo, similar a no llegar a fin de mes.

De Arnedo caminamos a ritmo alegre hasta Arnedillo, donde el Sherpa del Cidacos decide que vamos a hacer turismo tralará que vamos hacer turirmo tralará que vamos hacer turismo (esto con la musiquilla), y nos mete entre pecho y espalda un novedoso puerto sin final, unas rampas al 8% durante cinco kilómetros entre un terreno carstico, lunar... Se marchan por delante una serie de corredores que, dicho sea de paso, pagarían después su audacia (con alguna excepción), por detrás y haciendo el estudio topográfico del novedoso puerto se quedan El letrado de La Camerta, el Titán de Las Cumbres, El Caimán y Cónan. Por delante, estopa, rotura sospechosa de cadena de alguno y sobresaliente para Chano el Castigador y para Pirolín Escalador, que día a día va viendo como su forma mejora y ya funciona ese temible molinillo ascendente que tanto le gusta practicar, para castigo de sus acompañantes.

Bajada por el mismo sitio y marcha hacia Enciso. Nos acercábamos al infierno de Navalsaz, al lugar previsto y preciso de la verdad, al averno, a esas rampas interminables con piernas castigadas. Todos mezclados, juveniles y alicaones.

Y la naturaleza fue implacable, inapelable, terrorífica para alguno. Ataque del Caimán en Enciso, seco, mantenido, duro... pero falible. El grupo se organiza, el alicaón por antonomasia, el Gran Tiburón de Las Casas coge la manija del grupo previo enfilamiento practicado por el Letrado de La Camerta en prueba de que no iban a dejar marchar al Caimán. El ritmo, apoyado por otro ilustre juvenil como Luismi se acrecienta, se convierte en una auténtica tortura para algunos que van cayendo inexorablemente del grupo. El grupo caza al Caimán, lo engulle, imposible otra salida para el reptil ante el ritmo ya de axfisia puesto atrás que hace que sólo cuatro de los trece hombres lleguen a su altura. Justo en el lugar de Navalsaz, donde los alicaones lo habían planeado, con una puntualidad y precisión que sólo ellos saben practicar. Verdaderamente tenebroso. Las consecuencias del ritmo fueron terroríficas, dramáticas para casi todos, pero los alicaones, curtidos en mil batallas, no fallaron a la cita. En el lugar y el momento precisos. El grupo ya lo componen Pirolín Escalador, El Titán de Las Cumbres, El Tiburón de Las Casas, el Letrado de La Camerta y el recién cazado Caimán. Sí si, recuerden sus nombres, la Gloria se hizo eterna en el lugar de Navalsaz...

Coletazos del Caimán para soltar a los alicaones. Pero no sabía con quien trataba. Detrás llevaba al verdadero demonio. Jamás un alicaón suelta a su presa cuando la caza. En eso que Gila vuelve a hacer de las suyas, coge el teléfono y llama al Titán de Las Cumbres para decirle que fruto de su atajeo se cansaba ya de esperar y que había subido Vallaroso tres veces, previo paso por Burgos y Logroño. Este incidente lo aprovechó hábilmente el Caimán para lanzar ya un coletazo agónico al que respondió el Letrado de La Camerta, quien exhausto, llegó arriba tras un Caimán no menos agotado y sobre todo, confundido porque la cacería practicada por los cánidos había sido atroz, traumática, insalvable...

Pero la guerra no había terminado. Los alicaones sabían que el gran lagarto todavía tenía que sufrir. Y esos no olvidan, no perdonan. Arriba y antes de la bajada dónde plácidamente pastan unos cornúpetas que el Lince acostumbra a torear cuando pasa por allí, se produce un soberbio y furibundo ataque, como solo él sabe hacerlo, del Pirolín Escalador, el Caimán a duras penas responde absolutamente grogi por el aguante y persistencia de los alicaones, coge rueda, a duras penas aguanta al Pirolín, quien cedió unos metros arriba para no malgastar fuerzas inteligentemente, otra característica de esos mamíferos.

LLegaron seguido el Tiburón de Las Casas y el Letrado de La Camerta, a pocos minutos el Titán de Las Cumbres y el rosario de veteranos y juveniles que todavía quedaban en nómina.

A partir de ahí como amigos para casa. Nos reagrupamos con Gladiador Pirulo, con el Lince del Asfalto y con Jose Mari "el implacable hombre de las sobremesas", quienes venían de su particular atajeo. De bajada, aire molesto y los alicaones, en prueba de sus resistencia, vuelven a coger el mando en esos kilómetros en los que nadie puede ni quiere ya dar la cara, para poner al grupo en fila y a una velocidad más que aceptable y llegar a Cintruénigo a las 14:15 horas a una media de 29,5 km/h y tras recorrer 130 km. (Ya hablaremos Andy de tu puñetero Google Maaps).



Saludetes desde la Cumbre.

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