lunes, 4 de abril de 2011

Y el Titán pásó las de Cain...

El domingo y con buen tiempo, a pesar de los malos augurios de Montesdeoca, juntábanos en La Seta seis miembros del equipo Beton para hacer un entreno duro, tal como estaba anunciado. La ruta marcada por el Titán, que a la postre sería su tumba, discurría por La Rioja profunda, un territorio infectado de repechos, puertos más que respetables, pisos irregulares... en fin, una etapa de media dificultad que se haría sin duda más dura por el ritmo impuesto. De salida nos sorprende como en La Seta se han congregado al menos otros tantos TGC, y eso que el tiempo estaba algo nublado. Pensamos que se unirían a nuestra marcha, o al menos Constancia Lozano, quien al final decidió marchar al ritmo TGC, un ritmo sin duda más sosegado y sensato que el del grupo de licaones, aunque también mucho más aburrido y tedioso. El Tgc, en honor a la verdad, nos acompañó hasta el punto kilométrico 0,6, lo cual es un éxito de dedicación y sacrificio, concretamente a la altura del quiosco de los paseos viraron sibilinamente y nada más se supo de ellos. Me contaba el Lince del Asfalto ya en horario vespertino que alguna esposa de los TGC se había puesto en contacto con él porque no habían llegado a comer, cosa normal teniendo en cuenta que andubieron 70 kms. Bien, pero vayamos a lo importante, a la guerra de los licaones, al ciclismo en estado puro, a lo que ocurrió en la clásica de Navalsaz. De salida, como decíamos, seis componentes, Pirolín Escalador, El Titán de las Cumbres (más borrascosas que nunca), El Letrado de La Camerta, Gladiador Pirulo, El Lince del Asfalto y la madrill... ejem, perdón, y el Tiburón de Las Casas. Se plantea un entreno para hacer media sobre los 120 kms previstos y por ello de salida se impone ya un ritmo llevadero pero que va castigando piernas de manera in misericorde, lentamente, en silencio, pero minando poco a poco el potencial de estos lobos del asfalto. Llegado el cruce con los lugares de Las Casas e Igea el Lince del Asfalto, el hombre que nunca está pero que siempre anda o viceversa, fiel a su estilo, decide hacer la etapa en solitario e ir "al encuentro". Por consejo de su preparador, quien le ha dicho que suba en solitario tres veces por cada una de los demás, acomete sus propósitos. Indagando después con un pastor de la zona nos confirma que efectivamente han sido tres las veces que el Lince del Asfalto ha ascendido el mítico Vallaroso y que la velocidad que imprimía en sus subidas iba in crescendo, de tal suerte que a veces el pastor dudaba de qué tipo de vehículo impulsaba su fina y estilizada figura. Camino de Grávalos Gladiador Pirulo empieza a ceder del grupo, el ritmo es medio-alto y constante, entre 24/25 Kms/h, y el Gladiador, combativo como nadie, hinca la rodilla a mitad del puerto. El grupo de licaones, en contra de su costumbre, esperan al Gladiador a fin de que se recupere y prosiga la marcha, cosa que intenta una y otra vez, pero el combate de Grávalos le había dejado tocado de muerte y a la altura de La Carrasca gira en busca del Lince del Asfalto, a quien se encontró en el Bar Matías entre dos huevos fritos y medio metro de longaniza. Así que los cuatro restantes se dirigen a cumplir el trámite. La naturaleza de los licaones presentes en el grupo les permite imponer un ritmo ya exigente, de castigo, que se mantendría durante toda la etapa. Especialmente duros fueron los kilómetros entre Arnedo y Enciso, un tramo rompepiernas de contínuos repechos que los licaones doblegaron en plato a una media de 34 Km/h. En este tramo se produjo lo que hubiera sido la anécdota de la jornada si no fuera porque marcó el devenir del Titán de las Cumbres. Decidió cual novato ponerse a pelear con una chocolatina, algo que nunca debe hacerse cuando se va al ritmo advertido y a unas 180 pulsaciones, pero cual novato desenvolvió el dulce capricho y se lo metió en la boca. Era igual que una chimenea, no podía deglutir el manjar porque el esfuerzo se lo impedía, su piel se mudó colorada, sudaba cual cerdo camino de su muerte, en fin, un espectáculo solo soportado por un licaón de postín, que prefirió pasar ese mal rato que parar la máquina de picar carne que delante tiraba ya de manera insoportable, atroz, como alma que lleva el diablo... Giramos en Enciso ya muy castigados y ponemos un ritmo de recuperación en el ascenso de las primeras estribaciones de Navalsaz, primero el Pirolín, Tiburón y después el Letrado. El Titán aguanta sin problemas ya recuperado de su particular batalla con el chocolate. El respeto impera en las huestes camino del alto de Vallaroso y el ritmo es mantenido, de aguante. Al paso por Navalsaz el Titán, sin duda influído por la desigual lucha con el Kit Kat, cede terreno, el Tiburón avisa de minoración de ritmo, se floja, el Titán no se recupera y el Pirolín y el Letrado deciden ir para delante, el Tiburón queda en auxilio del viejo rockero que a ritmo hoya la cumbre, junto con el Tiburón y el Letrado, quien una vez finalizado el primer tramo se vuelve al socorro del Titán. Pirolín, con un ritmo ya endiablado que llevaba axfisiado al Letrado, continúa el ascenso en solitario hasta el mítico paso de montaña. Desde dicho momento el Titán intenta lavar su imagen y que este escribano cambie la naturaleza de esta crónica, y debo reconocer que el que tuvo retuvo, tiró como un cosaco, de tal suerte que se le hacía difícil al grupo seguir su rueda, dando pruebas de que ya va cogiendo el ritmo y pronto volverá a ser el temible azote de la grupeta. Bajando el Alto de Vallaroso, por cierto peligroso como pocos por la presencia de gravilla, se avista en el horizonte el nuevo modelo de señales impuestos fruto del cambio de límite de velocidad. Pero no, conforme se acercan aprecian como se trata de un meteoro amarillo que se encuentra completando su tercera subida... Poco después, ya en Cornago, se une al grupo también Gladiador Pirulo, quien respondió a la perfección hasta la Villa del Alabastro, entrando como uno más a los exigentes relevos de la locomotora humana. A las 13:00 horas coronábamos la Cuesta del Vallejo, 119 kms a 31,6 kms/h de media, sin duda aún lejos de las mejores marcas veraniegas, donde el Titán tira del grupo cual bisonte enrabietado, pero poco a poco nos vamos acercando a ellas. Pero esto no es nada para lo que viene en próximos domingos. Pero de eso ya hablaremos. Nuestra enhorabuena a los compañeros de Monzón, es normal que algún juvenil dé con sus huesos en el suelo, deben aprender a andar en grupo, pero ya se lo iremos enseñando con los años y gratis. Lo importante es que es chapa y pintura y esperamos verlos en los entrenos de esta semana. Saludetes.

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